Desde sus orígenes situados en los alrededores de las peñas de Aia, y de Larrun (Lesaka, Oiartzun, Sara y Biriatu) la Sasi ardi o Mutur gorri se ha extendido por nuestros páramos y sotobosques.
Junto a la Pottoka y la Betizu, componen el tridente para el mantenimiento de nuestro territorio y paisaje. En muchos caseríos constituía una reserva alimentaria y unos ingresos adicionales. Para la celebración de las fiestas se elegía el mejor “zikiro” o ”cordero”.
Tras la intensificación lechera de finales del siglo 20, se vió reemplazada y asimilada por la oveja Latxa, mas dócil y sobre todo mas productiva.
Al principio del siglo 21 se mencionaba a la Sasi ardi como una leyenda. Un trabajo riguroso sobre el patrimonio genético y el modo de cría tradicional fue llevado a cabo por un grupo de apasionados en recuperar la raza, constituyéndose las distintas asociaciones de productores en los distintos territorios (País Vasco, Nafarroa e Iparralde) y seguidamente su reconocimiento oficial como raza.